De pequeño leía en la colección “Clásicos Ilustrados” las novelas de Karl May protagonizadas por Winnetou y Old Shatterhand.
Algunas de ellas fueron llevadas al cine, titulándose una de ellas “El tesoro de la laguna de la plata”. En estos dominios al norte del rio Lobos, laguna de plata no tenemos, pero si dos Lagunas Negras, la más renombrada la soriana, cantada por Machado, y otra la burgalesa, en el conjunto glaciar de Neila.
Ya hemos explorado las dos en pocos días. Subir a las mismas supone plantarnos en un paisaje alpino que nos recuerda a nuestro querido Pirineo (ya llegará agosto). Como no nos va a recordar si nos situamos a 2.000 metros de altura en un paisaje calcáreo moldeado por un pasado glaciar que formó multitud de pequeñas lagunas. A Pedro Ausejo (este año el decano de los sobrinos) también le debió recordar al Pirineo, pues mientras subíamos a la Laguna Negra comienza a contarme sus aventuras en el Ibón de Plan, la Basa la Mora. Si comparamos una con la otra la verdad es que no se parecen (en belleza me quedo con la aragonesa), pero si que coinciden las dos en cuanto a leyendas a su alrededor. De la Laguna Negra cuentan que no tiene fondo y que la agitan numerosos remolinos que nos pueden conducir al mar (aunque en mis chapuzones no los he notado y me da la sensación de que es poco profunda). Y Machado nos canta la leyenda de un parricidio en el cantar de “La tierra de Alvargonzalez”, que escribiera en prosa en París en 1911: “agua transparente y muda que enorme muro de piedra, donde los buitres anidan y el eco duerme, rodea, agua clara donde beben las águilas de la sierra, donde el jabalí del monte y el ciervo y el corzo abrevan; agua pura y silenciosa que copia cosas eternas; agua impasible que guarda en su seno las estrellas”. Las de la Basa la Mora seguro que te las cuenta Mariano Gracia en otra ocasión. Pero escribiendo esto me han entrado ganas de subir en agosto (tras almorzar unos huevos fritos en Casa Ruché).
Las Lagunas de Neila, ubicadas en la Sierra de la Demanda, alguna de ellas,rodeadas de pinos y abetos, pueden recordar más a algunos de nuestros ibones pirenáicos, como los de Batisielles. Todo el mundo suele llegar solo a la conocida como Negra, pero son mucho más bonitas la de los Patos, la de la Cascada o la Larga. Un atractivo paraje para excursionistas y amantes de la montaña.
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