Si continuamos con los paralelismos entre Bruselas y Zaragoza, a la hora de hacer referencia al legado de las Exposiciones Internacionales que ambas ciudades acogieron con 50 años de diferencia, nuestra ciudad sale perdiendo.
La Exposición Internacional de 1958 deja como legado al Atomium, una construcción que además de reunir belleza y originalidad, se ha convertido en el símbolo reconocible de la ciudad de Bruselas para el resto de la humanidad. El diseño de André Waterkeyn refleja la estructura de un átomo de hierro ampliado 165 billones de veces. Cada una de las 9 esferas que componen el átomo tiene 18 metros de diámetro y están comunicadas por escaleras mecánicas. Acogen exposiciones y parte de la colección de los recuerdos de la Exposición Internacional, así como fotografías de las celebridades que asistieron a la misma (Elizabeth Taylor, Audrie Herpburt, Cary Grant......., vamos, parecidas a las que vinieron a Zaragoza).
No podemos decir lo mismo de la Torre del Agua, que nació para ser el edificio emblemático y el único referente vertical de la Expo Zaragoza 2008, y que desde hace año y medio hace honor al nombre con la que fue bautizada por su arquitecto, Enrique de Teresa, “Soledad Sonora”. Sonar no suena y desde luego en soledad si que se ha quedado, pues ni es el mirador diurno, el faro nocturno para el que fue concebido. Y lo que es peor, ya no cobija el “Splash”, lo único que tenía, además de la gracia de subir por sus rampas helicoidales.
Su planta tiene forma de gota y por su altura, para mi 76 escasos metros, tal vez haya quedado un tanto achaparrada. Tal vez esta ciudad haya perdido la ocasión de legar a la vista un monumento moderno de gran altura. Tal vez la idea de la Torre del Agua no fuera la mejor idea. Habrá que esperar que nos depara en el futuro, y si su interior, al que quieren dotar de espacios expositivos, tienen la gracia y la belleza que tenían antes con el “Splash”. Pero mucho me temo que no.
De todas formas, a los arquitectos que plantan un huevo en esta ciudad, les encanta las líneas y los volúmenes rectos. Todo parece concebido a escuadra y cartabón: Pabellón Principe Felipe, Auditórium de la Ciudad, Estación Delicias, Cubo de la Plaza de la Seo, el futuro Museo Pablo Serrano, el campo de fútbol que diseñó Bofill para Valdespartera (proyecto nonato. La de proyectos de campo de fútbol que ha pagado esta ciudad), el pabellón de España de la Expo........ Casi se agradecen las líneas curvas del Pabellón de Aragón o del Pabellón Puente, que ya veremos también que nos depara.
La Exposición Internacional de 1958 deja como legado al Atomium, una construcción que además de reunir belleza y originalidad, se ha convertido en el símbolo reconocible de la ciudad de Bruselas para el resto de la humanidad. El diseño de André Waterkeyn refleja la estructura de un átomo de hierro ampliado 165 billones de veces. Cada una de las 9 esferas que componen el átomo tiene 18 metros de diámetro y están comunicadas por escaleras mecánicas. Acogen exposiciones y parte de la colección de los recuerdos de la Exposición Internacional, así como fotografías de las celebridades que asistieron a la misma (Elizabeth Taylor, Audrie Herpburt, Cary Grant......., vamos, parecidas a las que vinieron a Zaragoza).
No podemos decir lo mismo de la Torre del Agua, que nació para ser el edificio emblemático y el único referente vertical de la Expo Zaragoza 2008, y que desde hace año y medio hace honor al nombre con la que fue bautizada por su arquitecto, Enrique de Teresa, “Soledad Sonora”. Sonar no suena y desde luego en soledad si que se ha quedado, pues ni es el mirador diurno, el faro nocturno para el que fue concebido. Y lo que es peor, ya no cobija el “Splash”, lo único que tenía, además de la gracia de subir por sus rampas helicoidales.
Su planta tiene forma de gota y por su altura, para mi 76 escasos metros, tal vez haya quedado un tanto achaparrada. Tal vez esta ciudad haya perdido la ocasión de legar a la vista un monumento moderno de gran altura. Tal vez la idea de la Torre del Agua no fuera la mejor idea. Habrá que esperar que nos depara en el futuro, y si su interior, al que quieren dotar de espacios expositivos, tienen la gracia y la belleza que tenían antes con el “Splash”. Pero mucho me temo que no.
De todas formas, a los arquitectos que plantan un huevo en esta ciudad, les encanta las líneas y los volúmenes rectos. Todo parece concebido a escuadra y cartabón: Pabellón Principe Felipe, Auditórium de la Ciudad, Estación Delicias, Cubo de la Plaza de la Seo, el futuro Museo Pablo Serrano, el campo de fútbol que diseñó Bofill para Valdespartera (proyecto nonato. La de proyectos de campo de fútbol que ha pagado esta ciudad), el pabellón de España de la Expo........ Casi se agradecen las líneas curvas del Pabellón de Aragón o del Pabellón Puente, que ya veremos también que nos depara.
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