domingo, 29 de enero de 2017

CARTAS COFRADES 2017-II: Contigo empezó todo




Se celebra este año el 400 aniversario de procesión del Santo Entierro documentada. ¡Cuantas veces hemos escrito en estas cartas que es todo un Monumento de la Semana Santa española!. ¡Y cuanto le debemos las cofradías zaragozanas!. Con él empezó todo. De él nacieron la mayor parte de las cofradías que tenemos ahora al crearse en torno a los pasos propiedad de la Sangre de Cristo y adoptando para ellas el nombre del misterio correspondiente. Pero también el Santo Entierro influye en  la manera de organizar el calendario y los recorridos de las procesiones zaragozanas confluyendo en la iglesia de San Cayetano. Y sin embargo, que poco lo tenemos en cuenta a veces. y es que, como alguna vez he escuchado, la Sangre de Cristo solo es la organizadora, es Zaragoza quien acude al entierro del Señor.  

No se si recordarás la última carta que te escribí el año pasado. A punto estuvo de quedarse en el cajón sin franquear.  Te decía algo así como que el Santo Entierro hace grande y  distinta a la Semana Santa de Zaragoza, y que al Santo Entierro lo han hecho más grande si cabe las cofradías conforme, con el paso de los años, han ido aportando colorido, cofrades, sonidos y pasos. Pero esta aportación, a la vez que lo han engrandecido, han provocado algunos desajustes organizativos que repercuten negativamente en el discurrir y en el significado del mismo. Te recordaba algo que tú ya sabes, la incapacidad espacial que tiene la iglesia de Santa Isabel para acoger todos los pasos que participan, o como el recorrido se ha tenido que ir alargando, en algunos casos por zonas poco atractivas, para dar cabida a toda la procesión en la calle.

Y lo mismo ocurre con el hilo argumental  de ese evangelio en imágenes que es el Santo Entierro. La proliferación de "virgenes" (la mayoría sin ninguna tradición devocional en la ciudad), de misterios repetidos y a diferentes escalas, o de crucificados, incluso de algún paso que nada tiene que ver con el discurrir de la Pasión, hace que se pierda el  primitivo carácter que transmitía la procesión general antes de la llegada del cortejo fúnebre.

Las cofradías han crecido, unas transformándose, otras de nueva creación, pero no lo han hecho pensando tanto en el Santo Entierro como solo en su procesión particular. Es cierto que aquellas han ayudado al mantenimiento, conservación y restauración de todos los pasos propiedad de la Sangre de Cristo, pero también encontramos cofradías como la Humildad que su presencia en el Santo Entierro nada tiene que ver con todo el esplendor que brinda el Domingo de Ramos. Incluso la solución ofrecida un año, carrozando con ruedas su paso de misterio, provocó sufrimiento en un conjunto imaginero que no está compuesto para esto y que no deja de ser propiedad de la cofradía. La Eucaristía, también con costaleros, lleva un historial a la inversa desde que en 2014 quitara las ruedas al paso de la Cena. Esto hace que ante contingencias, aunque sean mínimas, deje de participar un paso tan importante e imprescindible como el de la Institución de la Santa Eucaristía. 

La Hermandad de la Sangre de Cristo lleva tiempo poniendo todo su interés (en 2011 recuperaron las sibilas, en 2012, los estandrtes de las Virtudes Teologales, en 2016 el carretón de la Muerte....) y empeño en esta conmemoración de cuatro siglos de presencia, una presencia que ha sufrido y se  ha amoldado al devenir histórico de la ciudad y del país.Dentro de los diferentes actos programados de lo más interesante ha resultado la exposición clausurada hoy, día del Patrono San Valero, que con el título "Imágenes de devoción", se nos ha ofrecido desde el 16 de enero en el Alma Mater Museum del Palacio Arzobispal.

La muestra ha resultado de lo más instructiva. El marco acompañaba. Seguro que alguno pensará que se ha quedado corta, que se podrían haber expuesto todos los pasos propiedad de la Sangre de Cristo al completo o haber desarrollado más la información de cada uno con carteles explicativos y esos montajes audiovisuales tan al uso actualmente, al estilo "Dominum". Los pasos ya los hemos visto más de una vez expuestos en la Lonja, o los podemos ver cada Jueves y Viernes Santo en San Cayetano. Y como siempre se dice, el bosque te impide ver el árbol. Y así, junto a la colección de Crucifijos vinculados a la Sangre de Cristo, la exposición nos presenta una serie de imágenes extraídas de los pasos de misterio propiedad de la Santa Hermandad, gracias a lo cual pudimos contemplarlas y admirarlas con detalle, exentas de la escena que protagonizan junto a otras esculturas, ganando una riqueza visual que les confiere un carácter original.

Todos los pasos están representados, salvo el de la Entrada en Jesuralén (si bien podíamos contemplar el boceto escultórico de 1862 de Palao) y la Piedad, que por problemas técnicos no pudo introducirse en la sala. También se echa en falta el del Cenáculo (ya ves, volvemos a echarlo en falta), pero este está en Épila. En unas semanas la Cofradía de la Institución de la Sagrada Eucaristía va a presentar el nuevo apostolado para su paso. Igual da pie a escribirte una nueva carta y volvemos a hablar de las vicisitudes del "Cenáculo". Explicadas estas ausencias la exposición nos presentaba, como no, centro de toda sala, al Cristo de la Cama junto a la Virgen de Palao, a las cuales nos acercábamos visitantes, curiosos y fieles, flanqueados por los Cristos de Llovet para los pasos del "balcón de Pilatos", "del atado a la columna", "del camino el Calvario" y "de la llegada al Calvario" por un lado, mientras que por el otro te esperaba la Virgen de la Crucifixión, la Virgen del paso del Descendimiento y el grupo escultórico de Jesús con Judas en el Prendimiento, (todos de Alegre) y  Jesús de la Oración en el Huerto (Francisco de Borja). Allí se encontraban representados los principales escultores que trabajaron para la Real Hermandad, que es lo mismo que decir de los principales imagineros de Aragón, durante el XIX y principios del XX. Por cierto. No era la primera vez que el Cristo de la Cama se encontraba en ese lugar. Cuando fue recatado en 1808 de los restos de la voladura del Convento de San Francisco durante los Sitios de Zaragoza, se le buscó refugio en el Palacio Arzobispal, en esos momentos Cuartel General de Palafox que se encontraba enfermo.

Todo un privilegio para los visitantes de la exposición el poder recrearse con cada una de las esculturas, liberadas del conjunto o de la distancia a las que se nos suelen ofrecer, especialmente aquellas que se encuentran la mayor parte del año recluidas en un garaje. Como oportunidad también fue poder contemplar el Cristo del Descendimiento libre de todo el aparato escultórico en el que tiene sentido. O la Muerte, recuperada procesionalmente el pasado Santo Entierro de 2016 tras ser rescatada del abandono que sufría anteriormente en uno de los armarios del viejo órgano del coro de Santa Isabel.

Por todo esto ha merecido la pena esta sencilla pero rica exposición. Pero principalmente, y sobre todo por contemplar juntos los cuatro Cristos de Llovet, realizados entre 1818 y 1828 y hacerte una idea de lo que era el Santo Entierro como relato evangélico, su estilo y uniformidad de sus protagonistas, especialmente de EL.

Y como recuerdo de la exposición un estupendo folleto de 23 página primorosamente editado a color que ya forma parte de los fondos de archivo cofrade. 


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