jueves, 17 de diciembre de 2015

Goles al Margen. De Chema González, en Anorak Ediciones

Ya hemos comentado en más de una ocasión que este blog es deudor de Anorak Ediciones y de todas sus líneas editoriales hermanas, al posibilitar que algunas de sus entradas pasaran de la nube a la galaxia Gutenberg. Por eso la de hoy. Para promocionar, aunque solo sea entre los siete lectores de media que suelen tener estos post, pero también porque me apetece hablar de la presentación que ayer, en la calle Las Armas, hizo Chema González sobre el libro del cual es autor, Goles al margen. Aún no lo he leído. No tardaré, pero las disertaciones que hacía sobre los motivos que le movieron a escribir Goles al margen nos removieron un montón de ideas en común. De esas que estás escuchando oír porque piensas parecido (y a todos nos encanta escuchar lo que deseamos oír, sabiendo que nunca va a pasar en los programas deportivos que tantas y tantas horas y espacios ocupan en parrillas, informativos y programas).

Goles al margen propone un viaje por la historia del fútbol a partir de 45 relatos de héroes y antihéroes, de protagonistas de portadas o de personajes olvidados. Por eso cita el libro a Sócrates, como ayer mismo se recordó en la presentación: "No hay que jugar para ganar, sino para que no te olviden". Para los más jóvenes, este Sócrates no es el filósofo griego, posiblemente también desaparecido de los curriculos educativos, sino el brasileño que encandilaba en el Mundial de España 1982 y a partir del cual nos dio a todos por jugar de tacón. Salvando las distancias, este libro nace de las mismas pasiones y de las mismas ideas que uno tiene del fútbol,  que preña las entradas de la Hoja de un forofo del siglo XX en Segunda División que aparece cada semana en este cajón de sastre que es Entre Comillas.

Porque me encanta hablar de fútbol. Del de verdad, no del limitado a dos equipos y dos jugadores y que van a conducirnos a una gran liga europea, haciendo desaparecer lo que han hecho del fútbol lo que es. (Dios nos libre de Tebas, Florentino y similares).

Porque hay muy buenos articulistas futboleros, más allá del forofismo, del roncerismo o del enfado permanente en el que suelen estar envueltos (incluso los del Madrid suelen estar continuamente enfadados). Chema González nombró a Segurola o Arribas (que a mi me encanta hablando de ciclismo) entre otros y yo añado a Julio César Iglesias o a Trueba. Incluso a ratos a Petón. Tuvo su gracia cuando dijo que a veces hasta Valdano dice cosas interesantes (del Zaragoza nunca le he oído decir ni siquiera una mención).

Porque yo también me he despertado de una siesta dominical imprevista pensando que me he perdido el "Hola hola.... comienzaaaaaaa........" y buscando en el dial con impaciencia escuchar como va el Real Zaragoza (para el autor era la desaparecida U.D. Salamanca, equipo del que por cierto llegaron a la ciudad del Ebro Pedro Herrera o Martín Vellisca).

Porque como mi primo Julito, somos de los que cuando vamos por ahí, lo primero que metemos en la maleta es una bufanda y una camiseta del Real Zaragoza. Y si al autor, acompañado de un amigo con una camiseta del león por Escocia, le nombraron a Nayím, a Chendo paseando por Dubrovnik sin complejos, con una elástica del Zaragoza, le nombraron a Pablito Aimar (si, a veces hay que recordar al personal que en el Zaragoza ha jugado gente del nivel del "payito". Y no hace tanto).

Chema González habló de viajes. Es lo que suele hacer la gente que viaja. Yo no he viajado apenas (apenas nada con lo que viaja el resto de la humanidad), pero estuve una vez en Palencia. Por no generalizar solo nombraré a mis hermanos que se han recorrido más de medio mundo pero no han estado en Palencia (imagino que Chema González sí ha estado porque es de Salamanca). A que viene esto. Llegar a una ciudad a la que no suele viajar el personal y cruzarme por la calle principal a un tío con una camiseta del Zaragoza....ufff.... porque soy muy cortado, pero con las ganas me quedé de abrazarlo y darle las gracias. Y además seguro que la camiseta era auténtica y oficial. ¿Alguien ha visto en algún mercadillo o en los top manta alguna vez una camiseta del Real Zaragoza?. No. Nuestras camisetas son tan auténticas como lo son los zaragocistas. Como todas las pasiones (ya sabes que este blog va de pasiones), pasiones que no siguen a los triunfadores, ni al dinero, ni a la victoria fácil. Y como irónicamente dijo el autor, la mayor parte de las camisetas que vemos por ahí con el 7 del Madrid o el 10 del Barcelona son falsas. Tengo varias camisetas, y sin embargo la más autentica que recuerdo haber tenido fue aquella blanca, tipo "abanderado", que tal vez mi madre comprara en la mercería de Esperancita en la Avenida Cataluña, o en Saldos Arias (saldosarias junto al Mercado Central) o en el Faro de la Calle San Pablo, y que con un escudo cosido en el pecho y el 8 de García Castany, nos íbamos a jugar a la pelota a las hierbas del Tío Jorge (las porterías que siguen existiendo con esas medidas que no corresponden a nada siempre estaban cogidas por los mas mayores)

Esto último queda bien definido en la referencia citada ayer de la película argentina El secreto de sus ojos (Oscar a la mejor película extranjera 2010): "Te das cuenta, Benjamín. El tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios..... Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de Pasión"..... que en su caso era Racing de Avellaneda (Y Avellaneda a los zaragocistas siempre nos evoca a Juan Alberto Barbas, quien fuera mejor jugador del Mundial Juvenil que ganó Argentina en 1979 por delante del mismísimo Maradona, o fuera nombrado por Don Balón mejor jugador de la Liga 1983 y 1984 jugando en el equipo de la Romareda).

Y podría seguir escribiendo, escribiendo, escribiendo....... pero será mejor que compres y te leas Goles al margen, de Chema González y editado por Sergio Navarro en Anorak Ediciones.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias por hacerte eco de la aparición de este libro: intuyo que la expectación que ha despertado provocará que Chema se decida a calzarse unas botas y jugar una segunda parte, cuarenta y cinco minutos, cuarenta y cinco nuevas historias. Un abrazo, Jorge!