jueves, 21 de abril de 2011

CARTAS COFRADES XXIV: Miércoles Santo.

Del mismo a los mismos.






Se me da mal escribir sobre el Miércoles Santo. Acabo de volver de la procesión y como siempre va a costar dormir. Este año más. Mañana hay que madrugar, y no precisamente para que a las 9 nos juntamos en el Picadillo a desayunar los de la primera guardia de vela. Hay que volver junto a la Virgen Dolorosa que tuvimos que dejar anoche en la Seo. La Soledad de la Madre tras recorrer media vía dolorosa. Nunca había pensado que iba a entrar en la Seo con mi cofradía. Lo que la lluvia impidió hace dos años con la Soledad, nos lo ha devuelto este año por sorpresa.



Se me da mal escribir sobre el Miércoles Santo porque está condicionado por mis ojos tras los agujeros de un tercerol negro. No solo limita mi campo visual sino la acción de mis movimientos. Y hablar de mis sentimientos queda muy ñoño. Me los reservo para mí. En principio iba a ser una Procesión especial, entre otras cosas porque (hay otras) nunca había estado tanto tiempo ausente de un Encuentro (faltar solo un año por la lluvia se convierten en dos años de ausencia. Ahora se van a convertir en tres). Por cierto, espero que le haya gustado los nuevos cortes que le he mandado del documental de Coyne. ¿Qué diferente la salida de la Dolorosa a como acontece ahora verdad? Lo que iba a ser una procesión especial , porque pensábamos haber estado en la intimidad de la noche con los “raros” que anteponen la procesión al único tema de los telediarios (cosas del futbol, lo más importante de lo menos importante), luego se quedó en un segundo plano, o en un tercero, o en cuarto.



Pero aún sin moverme de mi posición,pensaba que iba a ser noche de encuentros, pudiendo presenciar a Jesús Camino del Calvario bien escoltado por la Guardia Romana, además de por sus tambores cincuentenarios. Y también al EcceHomo. Lo del Encuentro con la cofradía del Arrabal y el intercambio de toques de respeto y salutación proviene de una improvisación de los años 90, surgió sin tenerlo tan preparado como ahora y la verdad es que resulta uno de los momentos más bonitos de nuestros desfiles. Yo lo agradezco porque una de las penas que tengo es no poder recorrer las viejas calles del Arrabal, que por cierto alguno de sus vecinos no es que estuviera ayer de lo más respetuoso. Fijese, unos se van a Sevilla a ver procesiones y yo” no puedo cruzar el Ebro porque me lo impide la arboleda”. Luesma ¿Sigues sin ir a Sevilla?, mira a mi me pasa lo mismo (de momento, porque nunca se puede decir que de este agua no beberé). Nada de esto fue posible. Una vez más la lluvia se convierte en el peor enemigo de la religiosidad popular.









Una cortina de agua imprevista (no está mal que la madre naturaleza no se sujete a predicciones, pero a veces podía ser más formal) hizo que el Calvario encontrara escapatoria en la calle Manifestación, que el Ecce Homo no “pudiera pasar el Ebro” y a la altura de la arboleda se volviera para Altabás, y que la Dolorosa, al compás de la lenta cortada y la sevillana de la calle Dormer, comenzara a cubrir a su Virgen con unos impermeables mientras gestionaba su entrada en la Seo. No hay mal que por bien no venga. Fue el marco incomparable para la predicación del V, VI y VII Dolor y terminar con el canto de la Salve en el Altar Mayor, con el retablo gótico más impresionante de España como fondo y con la convocatoria de procesión para las 8,30 de la mañana del Jueves Santo. Los más jóvenes lloraban. Otro año más. A los que llevamos más procesiones por detrás de las que nos quedan por delante, nos pareció un regalo.



Y Del mismo modo que no cruzo el Ebro, entenderán mis amigos de la Crucifixión, de la Llegada, de la Humildad o de la Humillación (aunque a estos, por cercanía, oigo sus tambores en la lejanía) que no pueda contar nada de ellos, ni siquiera recomendárselos. Otros se lo contarán, hoy en día más con esto de las nuevas tecnologías.



¿Qué pasará el Jueves Santo? ¿Y el Viernes? Uffffffff. Pinta mal.

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